el diario de Carlos Pellegrini

CARTAS DE LECTORES

En pocos días el más pequeño ya completa su primera vuelta al sol, y yo con apenas treinta y cinco ya siento nostalgia de mis recuerdos. Que movilizador me resulta hacerme consciente de este momento, quizás a poco de llegar a lo que considero la mitad de una buena y longeva vida. Un domingo reflexionaba con una persona querida, sobre lo que uno haría con el famoso «diario del lunes», y pensábamos que, mirando atrás, cuantas cosas habríamos hecho diferente, mejor probablemente.
Todo es un aprendizaje, no me canso de repetirlo. Sin embargo, meditando un poco más sobre el asunto, confío ahora en que, el «diario del lunes» está disponible para que lo abramos, ahí mismo en nuestras narices. Solo es cuestión de detenerse un momento y contemplar qué espera mi presente, este hoy, de mí. Que es lo mejor que puedo darle a mi entorno y a quienes lo habitan.
Nos invito a parar.
A contemplar.
¿Qué es lo mejor que puedo darme a mí misma, a mí mismo?
Nos invito a estar disponibles. Ante nuestras necesidades, escucharlas, permitirnos sentirlas, complacerlas, atravesarlas con el cuerpo.
Asimismo, para el compañero o compañera de vida, nos invito a dejar los quehaceres diarios a un lado, mirémonos a los ojos un instante, y veamos el recorrido de nuestra historia, conversemos animadamente sobre los que nos está pasando y diseñemos juntos como queremos que sea este día, el de mañana, y el que sigue, hablemos de nuestros proyectos personales y en conjunto. Demos las gracias. Pidamos perdón. No dejemos las caricias para otro momento,  el encuentro perfecto es ahora.
Miremos a nuestros hijos, apoyémoslos en sus desafíos de vida, acompañemos su efímero tránsito por nuestros hogares. Como una sombra, imperceptible pero presente, como un espejo, para que sean escuchados cuando deseen voltearse a preguntar, a llorar, a reír, a reclamar…
No olvidemos a nuestros viejos, cobijemos con ternura lo que queda de su estadía, porque al despedirse solo quedarán sus esencias, impregnando sus atuendos, sus camisas, sus abrigos, sus espacios, que no nos sorprenda la vida buscando consuelo en los arrepentimientos, si están acá, aprovechemos cada oportunidad de cebarles un mate, llevarlos a respirar buen aire con una caminata o mientras ven un partido de bochas, a perder algo de sencillo jugando un tutti, a tomar el té con medialunas o simplemente recordarles una anécdota o una historia inventada para que sigan soñando.
La vida se escurre muchachos, soltemos esos abrazos pendientes, marquemos ese teléfono amigo,  esa línea que susurra por dentro pidiéndonos en cada momento ser auténticos y rendirle tributo a esta vida, mañana puede ser, como no.
Con cariño, una lectora que se invita a aprender todos los días.
Alejandrina Quercia
DNI 33.382.421